Poco se oye hablar de Guyana Francesa, el único territorio no soberano de Suramérica. Esta Guyana se encuentra ubicada al Noreste de Suramérica y limita con Brasil y Surinam. Aunque parte de su territorio continental son costas del océano Atlántico, pensar en este es evocar, en gran medida, las selvas amazónicas pues el 90% de su superficie corresponde a este bioma.
La sociedad guayanesa se encuentra fuertemente dividida frente a su lugar como departamento de ultramar francés, y recientemente un polémico proyecto de minería de oro a cielo abierto, contribuye a profundizar el fraccionamiento social. En esta Guyana se tienen datos de extracción minera desde el siglo XIX, la cual se ha realizado, de manera exclusiva a pequeña escala y con técnicas artesanales, específicamente, minería de aluvión o barequeo. No es de extrañar pues que el proyecto suscite grandes preocupaciones para distintos sectores, en tanto se trata de técnicas y escalas hasta ahora jamás empleadas.
El proyecto en cuestión, denominado Montagne d’or (Montaña de oro), sería el primero de extracción minera a gran escala en la Guyana y se localizaría en pleno escudo guayanés, al Sur de Saint-Laurent-du-Maroni y a 180km de Cayena, la capital. Dicho emprendimiento es propiedad de un consorcio conformado por la sociedad rusa Nordgold y la canadiense Colombus Gold, quienes resaltan su adhesión a la iniciativa de minería responsable promulgada por el presidente francés, Emmanuel Macron; igualmente promocionan las obras por la creación de 750 empleos directos y 3000 empleos indirectos y porque, según los directivos del consorcio, un proyecto de esta envergadura contribuiría a reducir la minería aluvial realizada de forma ilegal.
Sin embargo, la mayor parte de habitantes de este país no se deja convencer con estas razones, ni con las casi 30 de toneladas de oro en reservas probadas (que pueden ascender a 85 toneladas) que de acuerdo a defensores del proyecto en Europa y en Guyana, reportarían significativos ingresos a este territorio; tampoco les tranquilizan las regulaciones europeas para actividades mineras. Como lo reconoce el presidente de la compañía minera, Pierre Paris, en declaraciones al diario La Croix “La situación es muy tensa. Es extremadamente difícil tener discusiones serenas y esto tiende a empeorar”.
Los opositores de este proyecto, hermanos y hermanas que defienden su territorio, denuncian la magnitud de los daños ambientales que tendría para dos Reservas Biológicas Integrales cercanas, y la posibilidad de contaminación de los ríos con cianuro, una sustancia, que a pesar de los intentos de algunos eurodiputados, no ha sido prohibida en los Estados miembro de la Unión Europea. Además, denuncian que estos riesgos ecológicos no se verán traducidos en los empleos mencionados en tanto los 750 puestos laborales no tienen en cuenta las capacidades locales o la formación; o en ganancias económicas para la Guyana, pues menos del 0,36% valor del oro declarado irá a parar a manos de los colectivos locales.
De acuerdo a información suministrada por la WWF, ⅔ de la población guayanesa rechaza el proyecto y no lo asocia a alternativas económicas y laborales estables y duraderas. Sin embargo, éste cuenta con el apoyo de influyentes personalidades, incluyendo al presidente francés Emmanuel Macron. La polémica se siente en las calles de Guyana, en Francia e incluso en el Parlamento Europeo, pero poco se ha conocido de este conflicto en los demás países que integramos la Panamazonía.
Por tal, como defensores y defensoras de la Amazonía, desde el Foro Social Panamazónico manifestamos nuestro rechazo a este proyecto que amenaza la Amazonía, nos solidarizamos con el pueblo guayanés en esta lucha y hacemos un llamado a fortalecer la unidad entre pueblos andino-amazónicos para poder enfrentar de forma mancomunada las amenazas a todas las formas de vida que se ciernen sobre nuestros territorios.
¡Por la vida, defendemos la Amazonía!
Por: Comité Nacional Fospa Colombia